lunes, 2 de junio de 2008

LA HISTORIA RECONOCIDA


“Cultivo una rosa blanca

En julio como en enero

Para el amigo sincero

Que me da su mano franca

Y para el cruel que me arranca

El corazón con el que vivo

Ni cardo ni ortiga cultivo

Cultivo una rosa blanca”

José Martí


Hace dos años que se cumplió el centenario del nacimiento de quién es, con diferencia, la personalidad más relevante que ha dado nuestro pueblo. Vicente Llorens Castillo vio por primera vez la luz un 10 de Enero de 1906 en Valencia, y siendo hijo de jalancinos pronto comenzó a frecuentar Jalance, donde pasó gran parte de su infancia y adolescencia, y al que, cuando las circunstancias de la vida le obligaron a abandonar España, siempre tuvo presente y jamás olvidó.

Inició sus estudios universitarios en Valencia, trasladándose enseguida a Madrid, donde completó sus estudios de Filosofía y Letras. La Junta para la Ampliación de Estudios de Castillejo y Ramón y Cajal, precursora del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas, envió a Vicente primero a Génova, donde perfeccionó su italiano y donde conoció a su futura mujer, Lucía Chiarlo, en un concierto de su amigo y maestro Andrés Segovia y luego a Colonia, en Alemania, donde fue testigo privilegiado de los primeros excesos de esa barbarie colectiva que fue el Nacionalsocialismo. Presenció las quemas de libros ante la Universidad de Colonia y mandó crónicas al Mercantil Valenciano describiendo los sucesos que en Alemania acontecían. Justo después del cese de Leo Sterling, su mentor en Alemania, de la cátedra de Literatura y de la anulación de sus derechos civiles por su origen judío, Vicente, escandalizado antes los abusos que se estaban llevando a cabo, volvía a España.

Ya en España, Castillejo lo nombró director de la Escuela Internacional Plurilingüe, escuela muy ligada a la Institución de Libre Enseñanza y en la que con una sorprendente amplitud de miras, incluso para estos tiempos de Uniones Europeas en los que vivimos, se inició un ambicioso programa para la enseñanza de la lengua y cultura española junto con la de diferentes idiomas y culturas europeas, contando, entre otras novedades, con profesorado nativo. En esta misma época se afilió al partido socialista.

La Guerra Civil y la dictadura que siguió truncaron drásticamente los proyectos en los que trabajaban con tanto ahínco Don Vicente y tantos otros intelectuales. Físicos, Médicos, Pedagogos, Historiadores, Filósofos; la flor y la nata de la ciencia española partió al exilio destruyéndose el sistema científico que se estaba empezando a formar, sumiendo a España en un retraso científico, tecnológico y cultural cuyas secuelas se sufrieron duramente en los años de la dictadura y del que España aún no ha conseguido recuperarse totalmente. Vicente se ve obligado a abandonar a la España y al Jalance que tanto quería, y no volverá hasta 18 años más tarde y sólo para visitar a su padre agonizante, dejando en América a su mujer gravemente enferma. Desde luego no era, como él mismo decía, el regreso con el que soñaba.

Abandona Don Vicente España para dirigirse a Francia, de donde ese mismo año se dirige a Santo Domingo. Allí participa activamente en la vida cultural e intelectual del país. Permanece en Santo Domingo hasta 1945, y llamado por Pedro Salinas se traslada a Puerto Rico. Dos años permanece en Puerto Rico, pasando después, también a instancias de Pedro Salinas, a Baltimore, Estados Unidos. No se asentará definitivamente Don Vicente ni abandonará este largo peregrinar hasta que Américo Castro lo recomiende para ocupar una cátedra en la Universidad de Princeton. Es desde esta cátedra donde realiza sus trabajos más importantes.

El destierro al que se vio obligado, el verse apartado de gran parte de su familia, él no poder regresar a su patria ni a su Jalance querido, le arrancó el corazón, tal y como dicen los versos de José Martí, otro gran desterrado de origen valenciano, que encabezan este artículo. Pero fue don Vicente un hombre especialmente dado a la creación, evitando todo sentimiento derrotista se sumerge en las tareas de investigación que desembocarán en la realización de uno de los trabajos más importantes de histografía acerca siglo XIX español, centrándose especialmente en la emigración liberal que prosiguió a la guerra de la independencia y con la que tanto se identificó, haciéndole entrar por derecho entre los grandes historiadores españoles.

Cuando el régimen franquista se fue relajando, Don Vicente pudo pasar cortas estancias en Jalance, y una vez jubilado de su cátedra en Princeston se trasladó definitivamente a Jalance donde se instaló en la casa de “Alcarrolla” junto con Amalia García con la que había contraído matrimonio en segundas nupcias. Vicente nos abandonaría definitivamente en 1979.

Fue Don Vicente inteligente, culto, correcto siempre en el trato e íntegro en todos los aspectos y sus escritos a semejanza de su personalidad fueron elaborados con dedicación, inteligencia y elegancia, huyendo siempre de la pedantería con la que los mediocres tratan de simular una inteligencia que les falta.

Tanto como el destierro físico, le dolía a Don Vicente el destierro moral e intelectual que sufrió tanto su obra como la de sus colegas exiliados, aún cuando ya había acabado la dictadura y había regresado definitivamente a España. Pensaba Don Vicente que las obras de los grandes escritores exiliados nunca se recuperaban totalmente. Y en parte no le faltaba razón. No es sino con grandes esfuerzos y tiempo, incluso en el ambiente de tolerancia y libertad que vivimos desde la transición, que la obra de un autor puede llegar a ser reconocida en su justa medida. Francisco Ayala, amigo de Llorens y que igualmente celebró hace dos años su centenario, ha sido reconocido muy entrada la democracia y en vida. La obra de Llorens, fallecido ya hace casi 30 años lo tendrá más difícil para que se la reconozca en su totalidad y será, también, mucho más largo el proceso de desinquisición de su producción historiográfica.

No es sino recientemente cuando empieza a valorarse realmente la labor de Don Vicente, gracias al quehacer, entre otros, del académico Don Claudio Guillén, hijo del gran poeta Jorge Guillén y discípulo y amigo de Don Vicente, de Amparo Ranch, o de Irene Costa, paisana nuestra. Por su valía Don Vicente Llorens Castillo merece un lugar preeminente. Vaya desde aquí nuestro más humilde reconocimiento.


Fuentes consultadas:

1. De la continuidad: tiempos de historia y de cultura. Don Claudio Guillén

2. El Exilio Español del 39 a través de la figura de Vicente Llorens Castillo. Irene Costa Poveda.

3. Vicente Llorens Castillo: Cartas desde la emigración, 1939-1956. Correspondencia con Eduardo Ranch Fuster. Amparo Ranch, Cecilio Alonso

4.- La destrucción de la ciencia en España. Las consecuencias del triunfo militar de la España franquista. Luis Enrique Otero Carvajal.

5.- Historia del CSIC. www.csic.es

6.- La Historia Prohibida. Vicente Llorens

7.- Santo Domingo. Memoria de una emigración. Vicente Llorens



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